Riesgos del transplante de córnea

El trasplante de córnea es una intervención quirúrgica que se hace necesario en casos en que es imposible, mediante otras alternativas, enmendar ciertos problemas en la visión, así como constantes y molestas inflamaciones en los ojos. Pese a los grandes avances de la ciencia en el campo de la oftalmología, es imposible asegurar el cien por ciento de seguridad en esta tipo de operación quirúrgica.

La córnea del ojo es básicamente la parte frontal del ojo, la cual cubre el iris coloreado y la redonda pupila.

La luz es enfocada al atravesar la córnea, lo cual permite el proceso de visión. Para que la visión sea correcta la córnea debe estar clara y para ello ha de estar en buen estado de salud.

Los daños en la córnea pueden ser detectados inicialmente mediante inflamación en esta o la aparición de cicatrices rojas en los ojos sobre la parte blanca del él (la córnea). Este enrojecimiento y/o hinchazón son las responsables de que el ojo pierda parte de la visión.

Si la pérdida de la visión va aumentando con el paso de los días o se mantiene persistente, es necesario acudir a un médico, pues es muy probable que se necesite u trasplante de córnea.

Al ser una intervención quirúrgica, el trasplante de córnea, como todos los transplantes, lleva implícito ciertos riesgos que el paciente debe asumir antes de ser atendido.

Entre un 5 y un 30 % de los trasplantes de córnea son rechazados por los pacientes. Aunque estos rechazos no son altamente peligrosos, pues al ser tratados con tiempo no existe peligro ni secuelas.

Los síntomas del rechazo son:

· Malestar continúo.

· Ojos raros.

· Sensibilidad a la luz.

· Cambio en la visión.

En casos más severos los síntomas del rechazo de córnea pueden ser:

· Infección.

· Sangramiento.

· Glaucoma.

· Separación de la retina.

· Hinchazón de la retina.

En estos casos el trasplante de la córnea puede repetirse y en la mayoría de los casos, los resultados son favorables.